In general, patience is not our strongest virtue. Our impatience, often coupled with a lack of humility, causes us to sin. Our relationship with God is damaged. How do we make it whole? How do we mend the brokenness within us so that we are made whole?
The young son in today’s gospel was very impatient and disrespectful to his father. He demanded his portion of his inheritance and wasted it on selfish things. This hurt the relationship between the son and his family. He was hurt by his decadent lifestyle. So how does he get back on track? First, he realizes that he was wrong. Then he humbles himself and asks for mercy from his father. The father welcomes the son home. Both the family relationship and the son are healed.
So when we make poor choices and find ourselves alone like the young son, we must accept responsibility for our actions. We must recognize our need to change. When we call on God for mercy and help, we are taking the steps needed to begin repairing the brokenness within ourselves and in our relationships. God is all about second (and third and fourth…) chances. When we take action to repent of our wrongdoings, He welcomes us back with open arms. God makes us whole again.
Mini Message: In our freedom, we don't always make the right choices. This causes damage to our relationships and to ourselves. When we recognize our sinfulness and repent, God will heal us and make us whole.
Reflexiones del Padre Fernando
Restáuranos de nuevo
En general, la paciencia no es nuestra virtud más fuerte. Nuestra impaciencia, a menudo unida a la falta de humildad nos hace pecar. Nuestra relación con Dios se daña. ¿Cómo lá reparamos? ¿Cómo arreglamos la ruptura dentro de nosotros para poder ser restaurados?
El joven que vemos en el evangelio de hoy, era impaciente e irrespetuoso con su padre. Exigió su parte de la herencia y la desperdició en cosas egoístas. Esto dañó la relación entre el hijo y su familia. Él sufrió debido a su estilo de vida decadente. Entonces, cómo puede él volver a su vida anterior? Primero, se da cuenta que estaba equivocado. Luego, se humilla y pide la misericordia de su padre. El padre acoge a su hijo en la casa. Esto le da sanación tanto a la relación de la familia como al hijo mismo.
Cuando tomamos malas decisiones y nos encontramos solos como el joven hijo, debemos aceptar la responsabilidad por nuestras acciones. Debemos reconocer nuestra necesidad de cambiar. Cuando pedimos a Dios Su misericordia y ayuda, estamos dando los pasos necesarios para comenzar a reparar el daño dentro de nosotros y en nuestras relaciones. Dios nos da siempre segundas, terceras y cuartas oportunidades. Cuando tomamos medidas para arrepentirnos de nuestros errores, Él nos recibe con los brazos abiertos. Dios nos restaura de nuevo.
El Mini Mensaje: En nuestra libertad, no siempre tomamos las decisiones correctas. Esto causa daño a nuestras relaciones y a nosotros mismos. Cuando reconcocemos nuestro pecado y nos arrepentimos, Dios nos sana y nos restaura.