In today’s gospel, Jesus describes the three kinds of sacrifices needed to be His disciple. First, we must put our relationship with God above all others. Jesus speaks of “hating” those with whom we have strong connections. Jesus’ words here are not meant to be taken literally. He is using common phrasing of His time that the people would have understood to mean “put God first.”
(Just like today—if I say someone “kicked the bucket,” you would know I mean someone died. There is no literal bucket kicking going on.) So we do not have to “hate” those we hold dear, but we must sacrifice having them be first in our lives. That place belongs to God alone.
Jesus goes on to say we must carry our crosses and follow Him. We must sacrifice our selfish desires and not shirk our responsibilities to others. At times, we may want to give up. But when we humble ourselves before the Lord, we are given the strength to bear our burdens. The third sacrifice we must make to be disciples of Jesus involves avoiding the earthly “stuff” that gets in the way of our goal—eternal salvation. When we get attached to material, secular things, our commitment to God is lessened.
To live a life of discipleship is to live a life of sacrifices. We must continually strive to put God above all others, carry our crosses and follow Him, and avoid the temptations of earthly things. It isn’t easy. Yet it is a small price to pay in this life for eternal
salvation in the next one.
Mini Message: Jesus doesn't sugarcoat it. Being His disciple is hard. We must be willing to make sacrifices to earn eternal life.
Reflexiones del Padre Fernando
Un discípulo es un sacrificio vivo.
En el evangelio de hoy, Jesús describe los tres tipos de sacrificios necesarios para ser Su discípulo. En primer lugar, debemos poner nuestra relación con Dios por encima de todas las demás. Jesús habla de “odiar” a aquellos con quienes tenemos fuertes conexiones. Las palabras de Jesús aquí no son para tomarlas literalmente. Él usa palabras comunes de Su tiempo para significar “poner a Dios primero”. (Como si hoy día dijéramos que alguien “estiró la pata”, todos entenderían que quiso decir que alguien murió. Esa no es una traducción literal). Así que no tenemos que “odiar” a aquellos que amamos, pero debemos sacrificar el tenerlos como prioridad en nuestras vidas. Ese lugar le pertenece sólo a Dios.
Jesús continúa diciendo que debemos cargar nuestra cruz y seguirlo. Debemos sacrificar nuestros deseos egoístas y no rehuir nuestras responsabilidades con los demás. A veces, es posible que queramos tirar la toalla. Pero cuando nos humillamos ante el Señor, se nos da la fuerza para soportar nuestras cargas. El tercer sacrificio que hay que hacer para ser discípulos de Jesús implica evitar las “cosas mundanas” que se interponen en el camino de nuestra salvación eterna. Cuando nos apegamos a las cosas materiales, nuestro compromiso con Dios sufre y se debilita.
Vivir una vida de discipulado es vivir una vida de sacrificios. Hebemos esforzarnos continuamente por poner a Dios por encima de todos los demás, cargar nuestras cruces y seguirlo, y evitar las tentaciones por las cosas mundanas. No es fácil. Sin embargo, es un pequeño precio a pagar en esta vida para la salvación eterna en la próxima.
El Mini Mensaje: Jesús no hace que seguirlo sea una perita en dulce. Ser Su discípulo es difícil. Tenemos que estar dispuestos a hacer sacrificios para ganarnos la vida eterna.